Esta es una carta privada, escrita por el Padre Christian Ferraro en el año 2019, dirigida al Dr. Antonio Caponnetto.

Recientemente, el autor de la carta autorizó a que la misma fuese reproducida en un libro recién publicado, que se titula “La perversión democrática”, cuya autoría pertenece al Dr. Antonio Caponnetto.

La reproducimos a continuación:

La Castille, Francia

27.10.19//25.11.19

Querido Antonio:

Le mando unas breves líneas (…) Argentina se debate entre la posibilidad de optar por el resentimiento envidioso de la izquierda revolucionaria y la de hacerlo por el egoísmo hipócrita de la derecha liberal (…) La decisión quedará confiada al ejercicio del sacrosanto deber democrático del sufragio universal. Y es sobre esto que le quería comentar algo.

Resulta que hace unos años seguí su disputa con Hernández y recientemente tuve ocasión de repasarla a raíz de varias consultas que se me hicieron sobre el tema del sufragio. Al respecto, pienso que el problema, en concreto, es un problema perteneciente al ámbito de la moral y se refiere, para decirlo con sencillez, a si, en el contexto del sistema político argentino actual, es o no lícito ir a votar. (…) el solo hecho de saber que es pretensión inútil, utópica e ineficaz la de desmontar el perverso sistema democrático mediante los mecanismos que lo convalidan y construyen, hablará, sí, de la inoportunidad, pero no ya de la ilicitud moral de hacerlo; (…) lo primero que hay que resolver es el problema moral: en efecto, aun cuando se verificare la posibilidad de algún resultado positivo en un muy largo plazo, si no es lícito votar, no se podrá, y punto. Porque la procura de un buen fin no autoriza, jamás, a usar medios que son moralmente desordenados.

1. Ahora bien, considero que, reducido a lo esencial, el planteo se puede formular en los siguientes términos:

 

[Premisa Mayor] No es cosa moralmente lícita transgredir el orden natural.

[Premisa menor] El ejercicio del sufragio universal y obligatorio constituye una transgresión del orden natural.

[Conclusión] Por lo tanto, el ejercicio del sufragio universal y obligatorio no es cosa moralmente lícita.

 

La premisa mayor es per se nota, porque es de la razón de lo moralmente malo la transgresión (voluntaria y libre) del orden natural. Cuestionar esto y no entender nada es lo mismo, por lo que sólo quien no entienda nada podrá cuestionarlo. La conclusión, presupuesta la menor, se sigue de manera igualmente incuestionable.

El problema es la premisa menor: ¿por qué el predicado que lo determina como transgresión del orden natural se debe atribuir al sujeto «ejercicio del sufragio universal y obligatorio»?

Todo se concentra, pues, en la adecuada fundación de la pertenencia del predicado al sujeto, es decir, en justificar la premisa menor.

La premisa menor se justifica, en primer lugar, por las distintas notas que ya Sacheri y Meinvielle, entre otros, atribuyeran al sufragio universal obligatorio, al señalarlo como injusto, contradictorio, imprudente y corruptor.

Es injusto porque expresa el primado de la cantidad bajo dos respectos: por un lado, en cuanto simple expresión de la mayoría y, por otro, en cuanto negación del organismo social. En lo tocante a esto último, cabe recordar que ya Aristóteles había explicado, con su habitual agudeza, que el mínimo constitutivo de la πόλις es la familia (según los tres vínculos originarios: de la conyugalidad, de la filiación y de la servidumbre) y no el individuo. Sostener lo contrario, como, de hecho, tantas personas, ilustradas o no, sostienen hoy, equivale a afirmar que la proposición «la barca zarpa mañana a la mañana» está formada por «l», «a», «b», «r», «c», «z», «p», «m», «ñ» y «n». Un absurdo descomunal, por cierto. Pero… en fin, así se razona hoy –y, ¡ay de nosotros!, así se vive y se decide–.

Pero no sólo injusto, el sufragio universal se muestra también contradictorio cuando se impone como obligatorio: en nombre de la libertad el individuo es obligado a expresar su libertad; el punto no merece mayores desarrollos.

La nota de imprudencia le corresponde porque, sobre todo en el particular contexto argentino, no se terminan de conocer los detalles, «la letra chica» como gusta decir hoy en día, de las propuestas, y se desconocen los turbulentos negociados, las oscuras componendas y pactos de quienes aspiran al poder: el pronunciarse sobre materia tan delicada sin conocer suficientemente los términos del asunto, no puede más que ser calificado como un serio, y eventualmente grave, acto de imprudencia.

Mas si no fueran suficientes estas notas, la última resulta ciertamente decisiva: se termina promoviendo la corrupción, porque se legitima y promueve la partidocracia con todo lo que ella implica en cuanto al abanico de promesas irrealizables, falacias de campaña, clientelismo dadivista y un generoso etcétera.

Pero la premisa menor no se refiere directamente al sufragio universal obligatorio sino que lo menciona en cuanto término de un ejercicio: es este ejercicio lo directamente focalizado en la menor. Y es aquí donde pueden surgir problemas.

En efecto, el ejercicio del voto, desde el punto de vista moral, constituye la cooperación a un acto, precisamente porque el cooperante, es decir, quien vota, contribuye en la constitución del efecto, no sólo materialmente, esto es, en el sentido de que gane el candidato por él apoyado, sino formalmente, o sea, en cuanto que a través de su participación efectiva se convierte en instrumento activo del funcionamiento en acto segundo y consolidación a la postre del sistema democrático liberal republicano representativo.

Ahora bien, el sistema es intrínsecamente perverso por sus principios liberales; perverso no sólo por el mito de la presunta soberanía popular, sino, más particularmente, por su otra cara, a saber, la exclusión positiva de la soberanía de Dios.

De aquí se sigue, con claridad meridiana, que ningún católico, bajo ningún respecto, puede apoyar tamaña monstruosidad: una cooperación, entonces, que asuma como propio, por parte del instrumento, el fin propuesto por el agente principal –aquí consolidado en la forma del sistema político–, no es moralmente lícita.

Sin embargo, no faltan quienes piensan que se podría ejercer el voto sin compartir la finalidad del agente principal: al resultar el finis operantis del agente instrumental distinto del finis operantis del agente principal, en tal caso dicho ejercicio sería lícito.

Mas esta razón se muestra a todas luces vana porque deja de lado la consideración, determinante, del finis operis.

Por razón del objeto, el sufragio universal obligatorio constituye la expresión y la convalidación en acto segundo del perverso sistema democrático. Por consiguiente, aún cuando no hubiere cooperación formal subjetiva, el problema es la cooperación formal objetiva, que no falta en este caso y que jamás es lícito prestar.

Esto quiere decir que no estamos ante una mera prestación material: la colaboración en la marcha del sistema tiene, en el caso que nos ocupa, un carácter, aunque instrumental, eficiente; por lo tanto, tiene razón de acto y cobra su valor y significado a partir del fin y de la forma. Quien pone el acto contribuye con la estructuración objetiva desordenada que ese acto de suyo implica, independientemente de la intención del agente instrumental.

 

2. Naturalmente, quien quisiere rechazar la conclusión debería negar la justificación de la menor que se acaba de proponer; mas no resulta tan fácil discutir directamente la argumentación como proponer soluciones alternativas y objeciones varias que, muchas veces, son más el reflejo del perfil temperamental de quien las formula que la consecuencia rigurosa de premisas y principios.

[Retomo un mes después]

Menciono solamente tres entre otras posibles.

 

OBJECIÓN N° 1

La primera objeción sostiene que negar que se deba votar es un error, porque iría en contra del deber moral de la participación política.

 

–En este caso, claro está, el error se encuentra por el lado del anónimo objetor, que confunde la parte con el todo, por así decirlo, identificando la participación política con el ejercicio del sufragio. Estamos, aquí, ante un sofisma de magnitud inexagerable, rayano en el ridículo, y pesa y duele que tantos conocidos y amigos se dejen llevar por semejantes falacias.

 

La participación política se puede estructurar en términos de enseñanza, conducción-militancia, decisión e información; ammesso e non concesso el sufragio universal, éste forma parte tan sólo del tercer miembro de la división, sin agotarlo, o sea, sin identificarse plenamente con él.

 

OBJECIÓN N° 2

Otra objeción sostendría que hay que ir viendo las cosas buenas y las oportunidades que el sistema ofrece, para aprovecharlas y terminar por desmontarlo.

 

–Se trata de un sofisma tan vano como el anterior, que surge muchas veces del defecto, ya denunciado por Aristóteles, de la complacencia; el complaciente es el tibio del orden prudencial, el incapaz de un sí decidido o de un no tajante, el que tiene miedo de chocar y prefiere siempre «arreglar», un irenista radical, apóstol infatigable del monstruoso gandho-«catolicismo». Peca, pues, la objeción de complacencia. Pero peca, además, de pragmatismo: busca la solución práctica poniendo entre paréntesis lo que está bien y lo que está mal, porque, en realidad, sobreentiende que lo que está bien es, de todos modos, «arreglar».

Es la actitud de Pilato, como consta en el célebre texto –por cierto, habitualmente tan mal traducido y peor interpretado– de san Juan: Τί ἐστιν ἀλήθεια; («¿Qué es [una] verdad?», Jn 18,38).

Pilato no estaba abriendo una disputa filosófica acerca de la adecuación de la cosa y del intelecto, ni interrogaba al buen Jesús acerca de su filiación divina. Simplemente, Pilato le dijo: «¿Qué cuenta una verdad?». Es decir: «¿Qué diantres importa la verdad? ¿Qué importa cómo son las cosas? ¡Acá hay que solucionar el problema! Además, ¿cuál es la verdad? ¿tu postura… la de ellos? Cada cual tiene su verdad, arreglemos; ponerse a determinar cuál es la verdad no cuenta: acá hay que arreglar. ¿No te das cuenta de que yo te puedo sacar de ésta?».

Es tristemente gracioso: pero intelectuales católicos que refutan el pragmatismo en el aula se convierten en pragmatistas en la vida, con lo cual demuestran que su catolicismo es una abstracción.

Por supuesto, sin mala intención y, en muchos casos, con ignorancia invencible quasi patológica, a causa del influjo del contexto cultural, de la ciega guía de los pastores igualmente ignorantes, de un insuperable bloqueo temperamental. Peca, por último, la objeción de ingenuidad: mientras que el Señor nos manda ser prudentes como serpientes, hay cristianos que imitan la prudencia de las palomas. Y así hemos podido constatar recientemente que el trágico domingo democrático había consagrados y consagradas que parecían –es lo que mostraban exteriormente– estar más contentos de ir a votar que de ir a comulgar.

 

OBJECIÓN N° 3

Una tercera objeción propone la disociación entre el ámbito de los principios y el ámbito de la vida concreta: si me preguntan acerca de los artículos del credo, tengo que dar la vida por ellos; pero en el ámbito de la participación política no se trata de confesar la fe sino de implementar estrategias prudenciales para alcanzar el bien común. Así, en un ámbito regiría la fe, la prudencia en el otro.

Olvidan los fautores de tamaña disociación que una cosa es la prudencia de la carne, acomodaticia en el complaciente, astuta en el malévolo, y otra cosa muy distinta es la prudencia sobrenatural, que obra dentro de la dinámica originada por la gracia.

En consecuencia, el ejercicio de la prudencia política de un católico tiene que estar guiado por la fe; de lo contrario, se incurriría en el desvarío de la esquizofrenia práctica maritainiana. Por lo tanto, el justo y santo ejercicio de la prudencia no legitima la participación democrática en términos de adhesión efectiva al sufragio universal.

 

OBJECIÓN N° 4

Otra salida, más que objeción, es la de preguntarse y decirse a sí mismos: «pero, bueno, algo hay que hacer». Mas de aquí no se sigue, por supuesto, que ese algo sea, justamente, el ejercicio del sufragio. En realidad ese planteo abre otro abanico de problemas, y requiere, justamente por eso, otro tipo de soluciones.

 

*    *    *

De todas maneras, pienso que en la evaluación del problema principal del que hablamos, y análogos, además de la formación en cuanto a los principios y contenidos asimilados mediante sacrificado y sincero estudio, confluyen otros factores igualmente determinantes: la agudeza misma intelectual y, por cierto, el temperamento, como así también, el tenor de vida espiritual. Antiguamente los cristianos eran dados en pasto a los leones porque no quemaban incienso a los dioses; cambiemos «incienso a los dioses» por cualquier arbitrario y antinatural imperativo político y cultural de nuestro tiempo, y veremos cuán pocos cristianos quedan. Por supuesto: en muchos, muchos casos, sin culpa. Es que hoy, entre otras cosas, muchos cristianos han olvidado que no hay que hacer el mal para que sobrevenga el bien; que arreglarían con Antíoco Epifanes… –total, Dios no va a estar haciendo lío por un pedacito de jamón: eddài! un pezzettino di prosciutto non fa male a nessuno–; que, deslumbrados por los poderes del mundo, confían «en sus carros, otros en su caballería» –nosotros, Deo gratias, confiamos en el Señor del Cielo y de la Tierra.

Bueno, hasta aquí, escrito de dos tirones, lo que pienso sobre el particular; salva, desde ya, mejor y más fundada sentencia. Se lo quería comentar simplemente por si le sirve saber que comparto su posición al respecto.

Un cordial saludo en Cristo Rey, con mis oraciones y afecto y estima de siempre,

Padre Christian

18 Replies to “Sobre la licitud moral del sufragio universal – Padre Christian Ferraro (carta al Dr. Antonio Caponnetto)”

  1. Es importante notar que, conforme enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, el ejercicio del voto o sufragio no es en sí mismo ilícito, al contrario. En efecto, en el n. 2240 dice lo siguiente:

    «La sumisión a la autoridad y la corresponsabilidad en el bien común exigen moralmente el pago de los impuestos, el ejercicio del derecho al voto, la defensa del país…» [«Submissio auctoritati et corresponsabilitas boni communis moraliter exigunt tributorum solutionem, exercitium iuris suffragii, defensionem nationis…»].

    Un cordial saludo.

    In Domino.

  2. Excelente Padre Christian !!! Así se habla. Elevado artículo, bien fundado y lógicamente desarrollado. Estamos acostumbrados a ese nivel en esta página de Juan Carlos Monedero.
    Ahora permítanme bajarla al nivel del “rioba”. Si estamos en una batalla espiritual, cultural, etc., todo lo que venga del frente enemigo es malo, está mal, atenta contra nuestra salvación.
    Estamos bajo la bandera de Cristo Rey y dentro de la Ciudad de Dios. ¿No es obvio que todo lo que venga de la Ciudad de Satanás y bajo la bandera del maligno, sea malo?
    No nacieron del lado malo la democracia, el sufragio universal, la masonería, el iluminismo, la Rev. Francesa, el globalismo, la corrosión de las soberanías nacionales, la disolución de las patrias, el anarco-capitalismo, el libremercadismo, los ataques a la justicia social, la ley de la oferta y la demanda como ley fundamental de la economía, el lucro como motor de la economía, la libertad como “non serviam” y un larguísimo etc. Todo ello del lado de la Rev. anticristiana.
    Se habla de lo prudencial. ¿Alguien vió a la Virgen prudentísima y Madre del buen consejo del lado de la Revolución?
    No sé, me parece que el vuelo intelectual está muy, muy bien. Y también hay que bajar consignas más simples para la militancia que vuela más bajito.

  3. El Magisterio de la Iglesia reconoce la licitud del ejercicio del voto o sufragio: ya Pío XII incluso exhortaba a votar.

    Y cuando no se encuentra ningún candidato indigno, dicen, por ejemplo, los obispos de EEUU (en “Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles. Llamado de los obispos católicos de los Estados Unidos a la responsabilidad política”, nn. 35-36 [https://www.usccb.org/resources/forming-consciences-for-faithful-citizenship-spanish.pdf]):

    «Puede haber ocasiones en que un católico que rechaza una posición inaceptable de un candidato incluso sobre políticas que promueven un acto intrínsecamente malo decida razonablemente votar a favor de ese candidato por otras razones moralmente graves. Votar de esta manera sería solamente aceptable si verdaderamente existen razones morales graves, y no para promover intereses mezquinos o las preferencias de un partido político o para ignorar un mal moral fundamental.

    Cuando todos los candidatos tienen una posición que favorece un mal intrínseco, el votante concienzudo afronta un dilema. El votante puede decidir tomar el extraordinario paso de no votar por ningún candidato o, tras deliberar cuidadosamente, puede decidir votar por el candidato que piense que sea quien probablemente menos promueva tal posición moralmente defectuosa y que sea quien probablemente más apoye otros bienes humanos auténticos».

  4. Federico, es obvio que aquí effn la Argentina se está votando por interés. Cualquiera se da cuenta( salvo los católicos pavotes, los que votaron a Macri por ejemplo)que el supuesto antiabortismo de Milei no se va a concretar en sacar el aborto. Por lo demás, en lo económico, liberalismo, razón por la cual lo votan la mayoría. En cuanto a la soberanía territorial, tampoco les importa; consideran malo el nacionalismo, el nacionalismo argentino, claro, no el de Israel.

    1. Estimada Andrea:

      Yendo a lo concreto de nuestro caso, se trata de si la opción por Milei comporta al menos algunos bienes o no tantos males como la otra (que parece conducir a Venezuela). Creo que en esto cualquiera que tenga algo de sensatez dirá que sí los comporta. Por ejemplo, en lo que hace al aborto, quizá Milei o no pueda o no se anime finalmente a hacer nada para tratar de eliminarlo, pero al menos no lo promoverá y es más que esperable que le quite el financiamiento, en cuanto de él dependa a través del ministerio de “salud”, lo cual es menos malo que promoverlo y financiarlo. Su antiabortismo no parece “supuesto”: lo viene sosteniendo desde hace tiempo. Se podría sumar también, como positivo de él, el estar en contra de la agenda 2030, del garantismo, del relato izquierdista de los 70, de la ESI. Son cuestiones que podría haberlas callado y, sin embargo, se ha pronunciado abiertamente al respecto (cuando no parece que en sí le sumen muchos votos). Si su gestión mejora la economía (lo cual no parece muy difícil, considerando la situación actual) y la seguridad, ahí hay dos puntos más a favor, que son cuestiones básicas del bien común, en el sentido de fundamentales. Si pone algún freno a la corrupción política, tenemos otro punto a favor.

      Luego está la cuestión de si tales bienes justificarían darle el voto a Milei. Aquí lo importante es no atribuir al Magisterio algo que no ha dicho. Yo considero que hay razones que justifican el hacerlo, y en ese sentido un católico podría votarlo lícitamente, con lo cual no se estarían aprobando los males que implica, sino que se lo estaría escogiendo por los bienes que implica a pesar de los males, a la vista de que no hay un candidato mejor y el otro es claramente peor. Claro que cabe aquí el error. Pero también cabe en los que deciden no votar o votar en blanco.

      De cualquier modo, cuando ya se dice que el mero votar es ilícito, eso, que es claramente erróneo a la luz de las enseñanzas de la Iglesia, ya zanja la cuestión. Pues entonces no sería lícito ni votar al mismo san Luis rey de Francia.

      Recuerdo que santo Tomás de Aquino admite en principio la licitud del voto o sufragio del pueblo en orden a la elección de los gobernantes.

      Cordial saludo.

      In Domino.

      1. La distinción está entre votar y el sufragio universal. De eso trata el artículo. Por otro lado UD dice :”. Si su gestión mejora la economía (lo cual no parece muy difícil, considerando la situación actual)” … Mejorará la situación de los ricos , seguro!! Entérese, UD no votará por Massa o Milei, sino por Macri o el Kirchnerismo ( ya sabemos que son ellos los titiriteros), o sea, la horca o la silla eléctrica, elija UD el mal menor.

        1. Si Ud. no sabe distinguir, es problema suyo. No se trata de elegir sino mirando al bien, no de elegir el mal menor.

          “Los actos humanos están especificados, en efecto, por su objeto, y si este es esencialmente malo bajo el punto de vista moral, el acto por él especificado es moralmente malo. Pero si en una cosa o persona (por ejemplo, en un candidato de elecciones) hay todavía un aspecto suficientemente bueno como para que se pueda no escoger positivamente, sino tolerar el mal que en ella hay, se puede tener así un recurso para evitar un mal mayor, siempre que sea imposible evitarlo por otros medios. Pero uno debe esforzarse en buscar esos otros medios o en hacerlos aparecer, para que no se prolongue esa situación crítica, con la que podemos cooperar al desorden. Por ejemplo, se debe hacer lo posible que se presenten buenos candidatos a elecciones” (R. Garrigou-Lagrange, O.P., El amor de Dios y la mortificación, p. 103). Lo mismo está en las indicaciones de los obispos de EEUU.

          En cuanto a eso que dice de los ricos, al parecer se tragó la propaganda “k”. El estatismo kirchnerista y massista empobrece a todos, como la inflación de que está haciendo gala el ministro de economía. Vaya a Venezuela y a Cuba a ver cómo andan los pobres…

          El artículo sostiene algo erróneo a la luz del Magisterio de la Iglesia.

          1. 1- “No se trata de elegir sino mirando al bien, no de elegir el mal menor.”…ese bien sólo lo ven los que se quedaron con el espíritu mundialista: elijo creer.
            2- el sistema partidista es perverso, no se puede obligar a votar
            3-los obispos de EE.UU…la cuna de la democracia liberal, por más obispos que sean…
            4-el estatismo Kirchnerista empobrece a los pobres y enriquece a los ricos. El estatismo macrista también. No necesito ir a ningún otro país para padecerlo.
            5- todos sus argumentos son los mismos que usaron cuando votaron a Macri , así nos fue gracias a los liber-otarios.

  5. 1. La fe supone la razón. Y si se renuncia a la razón, hay que ver a quién se elige creer… Su tesis la suscribiría un fideísta de manual. Es claro que se pueden señalar diferencias y se puede establecer una valoración entre distintos candidatos.

    2. Lo que está en cuestión es si es intrínsecamente malo o perverso o ilícito el votar. Sostenerlo, a la luz del Magisterio de la Iglesia, es incorrecto.

    3. Su “argumentación” me deja pasmado. Calculo que dirá lo mismo cuando dichos obispos rechazan el aborto como inmoral, ¿no?

    4. Si hay algo que Milei propone, no es precisamente el “estatismo”.

    5. Los argumentos apuntan a señalar lo erróneo de esta carta y a señalar, asimismo, que en determinadas circunstancias es lícito votar a un candidato que comporta ciertos males. En cuanto a la aplicación del principio, se trata de una cuestión prudencial, sobre la cual no se puede dar una regla universal, dado que se refiere a lo contingente.

    1. 1- Sarasa en do mayor.
      2- Lo que está en cuestión es si es lícito el “sufragio universal” no el simple voto.
      3-Rechazan el aborto pero se someten a la democracia. ( Debe haber excepciones)
      4- Precisamente,el anarquismo de Milei es anticatólico. Pero además van a votar a Macri, es quien está detrás. Todo el sistema enriquece a los ricos y empobrece a los pobres.
      5- El problema es que la aplicación de lo prudencial lo están basando en una gran mentira.

  6. El Magisterio mismo de la Iglesia reconoce la licitud del ejercicio del voto por parte del católico, incluso dentro del sistema llamado de “sufragio universal”.

    1. No voy a ir a votar. Lo del sufragio universal aceptado por la Iglesia, póngame una cita. Decir que Milei es el menos indigno es pura subjetividad (sólo un liberal puede decir tal cosa)
      “Aunque Milei se proclame anarco-capitalista en la teoría y minarquista en la práctica, la propuesta de LLA no es esa sino la de un Estado subsidiario, que además de las funciones propias (gobierno, justicia, seguridad, defensa y relaciones exteriores), conserva otras subsidiarias, cambiando sí la modalidad”…que esa modalidad sea mejor , lo dicen los liberales, no el sentido común.
      Milei es filosionista, pésimo. Massa también.
      Federico Ma…vaya y vote a Milei si eso lo hace sentir mejor. Pero sepa que la Patria y la Iglesia necesitan hombres, varones!!! Y que la solución está en aplicar la doctrina social de la Iglesia, lo cual requiere estructuras muy distintas a la de los partidos políticos. Por esas verdades murieron Genta y Sacheri, no por la democracia o satanocracia que diría el padre Meinvielle. Adiós, suerte.

        1. Bullrich Montonera. Bullrich Ministra de Seguridad.
          “Macri desarrollista, peor que un keynesiano”. Ahora, Macri asesor, aliado. El Macri pro aborto.
          Pasamos de Ocampo a Caputo.
          Almuerzo con Bill Clinton
          La casta no tiene miedo, la casta tiene ministerios.
          Y usted ayudó a eso.

  7. Aquí hay algunos bienes que algunos que parecen ciegos parecen no ver. Los expone Hernando del Rey.

    DIFERENCIAS DE LA FÓRMULA MILEI-VILLARRUEL CON RESPECTO A LA CANDIDATURA MASSA-ROSSI

    Están tomadas de la Plataforma Electoral 2023, de los debates entre candidatos a vicepresidentes y presidentes, y de entrevistas periodísticas. Estas son las propuestas de la fórmula Milei-Villarruel, en las cuales hay substanciales diferencias comparadas con las de Massa-Rossi.

    1. Oposición a la Agenda 2030 y al Gran Reinicio del Foro de Davos.

    2. Defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural.

    3. Defensa de la libertad de enseñanza en el sentido más amplio y posible.

    4. Eliminación del Ministerio de la Mujer, del INADI y de la obligatoriedad de la Educación Sexual Integral.

    5. Dar por finalizada la interpretación del garantismo abolicionista en relación al derecho penal, al derecho procesal penal y a las garantías constitucionales.

    6. Eliminar la promoción estatal de la izquierda cultural.

    7. Promover una Memoria Completa acerca de la Guerra contra el Terrorismo marxista en los años 70.

    8. Reconocimiento (moral, jurídico, económico o lo que cada persona prefiera) en relación a las Víctimas del Terrorismo.

    9. Oposición a las leyes que penalizan el mal llamado “negacionismo”.

    10. Oposición al separatismo pseudo-mapuche made in Bristol.

    11. Persecución de la piratería china y de otras naciones en relación a la pesca.

    12. Jerarquización y profesionalización de las FF.AA y de Seguridad.

    13. Reivindicación de nuestra soberanía en las Islas Malvinas y del Atlántico Sur tal como lo exige la Constitución Nacional, siguiendo la clásica distinción de nuestra Cancillería respecto a respetar los intereses (religión, idioma, cultura, etc.) de los kelpers, más no sus deseos (autodeterminación de los pueblos, criterio que no se aplica a esta cuestión, como ya lo ha reconocido la ONU).

    14. Alianza con la Fundación Disenso (VOX) y el Foro de Madrid, el ISSEP de Marion Marechal Le Pen y la CPAC (conservadores de los EE.UU) para enfrentar al Grupo de Puebla y a la Agenda Globalista.

    Si esta fórmula gana las elecciones y no cumple con las mencionadas propuestas o rompe las alianzas con la Nueva Derecha conservadora, habrá que oponerse. Pero eso no lo sabemos. Líderes similares de esta Nueva Derecha (Trump, Bolsonaro, Orban, Meloni, A. Duda, etc.) han cumplido parcialmente promesas similares. Massa es exactamente lo opuesto. Basta comparar estas propuestas de LLA con su gestión y con las propuestas de UP. Milei no es el candidato ideal y no está exento de errores, algunos serios (individualismo liberal, laicismo moderado, tecno-optimismo con algo de transhumanismo, filo-sionismo y filo-judaísmo, etc.). Pero es el candidato menos indigno. Y no todos esos errores de Milei o de algunos referentes de LLA son propuestas de campaña, como él y Villarruel ya se han encargado de aclarar (como la compraventa de órganos, la renuncia a la paternidad, la ruptura de relaciones con la Santa Sede, entre otros). Aunque Milei se proclame anarco-capitalista en la teoría y minarquista en la práctica, la propuesta de LLA no es esa sino la de un Estado subsidiario, que además de las funciones propias (gobierno, justicia, seguridad, defensa y relaciones exteriores), conserva otras subsidiarias, cambiando sí la modalidad del financiamiento (por caso, salud pública, seguridad social, niñez y familia, trabajo, educación, infraestructura, etc.). Que cada uno, atento a estas diferencias, decida en conciencia lo que le parezca más prudente en el ballotage.

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