POR QUÉ NO USO BARBIJO
NI ME VOY A VACUNAR
Por el Lic. Juan Carlos Monedero (h)
Egresado por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino
Barbijo sí, barbijo no, usá tapabocas, cuidémonos todos, ¿te vas a vacunar?, no quiero usar barbijo, me estoy ahogando con esta basura, es obligatorio, es por vos, es por todos… El mundo entero ha sido testigo de discusiones realmente inéditas a partir de marzo 2020. Antes de que la OMS declarase la pandemia, por supuesto que se discutía todo, desde la religión a la política, desde la economía al fútbol. Pero por lo general la salud era intocable, no se discutía salud de forma ideológica, los temas de salud no eran parte habitualmente de esos tipos de discusión. Existían cosas obvias que todos dábamos espontáneamente por válidas, como que caminar en un parque es sano, tomar agua, correr, nadar, dormir bien, cuidarse en las comidas, evitar el exceso en el alcohol, el tabaco, las drogas. La llegada intempestiva y sorpresiva de la “pandemia” gatilló, por el contrario, una cantidad de debates –muchos de ellos, absurdos– sobre la salud física y el orbe entero se vio agitado como nunca y por motivos que, apenas unos meses antes, hubiesen resultado absolutamente inverosímiles.
En el medio de este caos, quiero decir exactamente por qué no uso barbijo en la calle, por qué no incentivo a que los demás lo hagan (antes bien, lo desaliento siempre que puedo) y especialmente por qué mi familia, mi esposa y mis dos hijos (uno en camino) no tenemos pensado recibir ninguna inyección relacionada –supuesta o realmente– con el coronavirus. Se me perdonará el uso de la primera persona singular. Aclarado eso, cabalguemos.
No uso barbijo porque Ginés González García dijo que el barbijo “tiene un efecto de disciplina social: uno lo cumple y ve cuando los demás no lo hacen”, lo que me lleva a pensar, por tanto, que los motivos tienen que ver con la Dominación Psicológica y no con el cuidado de la salud de los ciudadanos. No uso barbijo porque el mismo Pedro Cahn, de los predilectos de este gobierno kirchnerista, dijo ya al principio del 2020 que usar el barbijo tanto tiempo era “contraproducente” y que después de unas dos horas “ya no servía para nada”. No uso el barbijo porque la emergencia sanitaria (la llamada pandemia) no ha sido demostrada. No lo uso porque el COVID ha sido sobrediagnosticado: a través de la resolución 326/2020, el Estado Argentino les paga extra a los hospitales si califican un malestar o síntoma como “efecto del covid” y no como consecuencia de otra afección respiratoria. No uso el barbijo porque sé que la gripe, la neumonía, la pulmonía y demás están siendo etiquetadas como covid, y que esta maniobra incrementa ficticiamente el número de casos. No uso barbijo porque es evidente que, si inflan las estadísticas, entonces el virus está mucho menos difundido de lo que se dice. Nadie miente por nada, el que miente lo hace para producir un efecto. ¿Cuál es el efecto de magnificar el covid? Sencillamente, introducir el terror en la gente.
No uso barbijo porque me doy cuenta que inflan el covid para meter miedo en la población, y meten miedo en la población para que la misma población consienta que el Estado avance sobre nuestras legítimas libertades bajo excusas sanitarias.
No uso barbijo porque los test PCR, en base a los cuales se determina la magnitud del covid, no son específicos dado que rastrillan toda afección respiratoria, sea o no covid.
No uso barbijo porque advierto que han “fabricado” una emergencia extraordinaria para permitirse medidas extraordinarias, y es claro como el agua que se empieza por “Todos usemos barbijo” y se termina por “Todos usemos el chip”, lo que ya se está debatiendo en la Argentina.
Por todo esto no uso barbijo. Porque usar barbijo es decirles a ellos “Les creo”. Y yo no les creo nada. Mi incredulidad no tiene que ver con el voluntarismo sino con que ellos mismos me han probado hasta el hartazgo una verdad simple, pura y dura, rotunda: ellos tampoco creen. Nuestro Presidente de la Nación violentó sistemáticamente todas las normas pseudo sanitarias que impuso coactivamente a través de la policía (tema aparte es la cooperación formal de los integrantes de la policía con esta locura), de la Gendarmería (ídem) y de las FF.AA. (ídem). Los policías van por la calle sin barbijo. La gente sale de un comercio y se lo saca. Cristina Kirchner misma no usaba el barbijo. La famosa foto de Alberto con Fabiola: ninguno con barbijo. Nos dijeron que usar barbijo y respetar las normas sanitarias era cuestión de vida o muerte, pero ellos siguen vivos.
No uso barbijo porque su uso NO TIENE SENTIDO: al mismo gobierno y gobiernos (de los otros países) a los que les viene importando un bledo mi salud no les va a importar espontáneamente mi salud. No uso barbijo porque –si se me permite la metáfora– no creo que el Lobo se convierta de repente en Caperucita, por eso no acepto racionalmente (no es una cuestión de fe) que los mandatarios políticos –que han demostrado infinidad de veces su desprecio olímpico por la gente común– sean, ellos, desde marzo 2020, los firmes ejecutores de un plan sanitario para salvar a la población. La población no les importó nunca y tampoco les importa ahora. Por eso es que el sentido común me dice, hace rato, que esto es una cuestión POLÍTICA y no sanitaria.
No uso barbijo porque me ahogo, no me quiero tragar mi propio Dióxido de Carbono. No me digan que los cirujanos lo usan igual porque comparar el uso prolongado de horas y horas con el uso durante un rato es una tontería, y no resiste el menor análisis.
No uso barbijo porque la mascarilla visibiliza de forma inequívoca mi adhesión al discurso dominante en los medios de comunicación.
No uso barbijo porque el tapabocas oculta expresiones faciales que hacen a la comunicación humana, y creo que su uso prologando (sobre todo en los niños, que recién están aprendiendo la gestualidad) conspira contra el aprendizaje de esta misma gestualidad. No me pongo tapabocas porque no soy un esclavo y porque, en el peor de los casos, si por la fuerza fuese obligado a ser esclavo, aspiraría a ser libre.
No uso barbijo porque me doy cuenta que su uso se impone a caballo de “lo sanitariamente correcto”, así como también advierto que muchos lo usan justamente en función del qué dirán. Para muchos, el uso del barbijo es una forma de buscar aceptación, de demostrar que “se es buen ciudadano”, dócil a los mandatos irracionales, y todo eso conspira contra la soberanía intelectual y emocional. Por eso no uso barbijo.
Los motivos por los cuales no iré a inyectarme son, en parte, semejantes. No se ha demostrado una emergencia sanitaria. Pero se ha demostrado infinitas contradicciones en quienes proclaman esa supuesta emergencia, OMS para abajo. Las estadísticas son falsas, cualquiera afección respiratoria se presume covid, y es obvio que la sobreestimación del virus genera la falsa necesidad de una vacuna. Típico procedimiento del marketing: crear una falsa necesidad y luego ofrecer una solución innecesaria. Sin embargo, aún cuando tomemos por válidas las estadísticas oficiales, los números no cierran: el grueso de los que mueren por covid o con covid o después del covid tienen más de 70 años, co-morbilidades, etc. Yo tengo 36. Que este dato tan palmario –que me exime de mayor demostración– sea completamente ignorado por tanta gente es realmente sintomático (perdón por la palabra). En definitiva, el asunto de la vacuna contra el COVID se podría eventualmente y con mucha buena voluntad empezar a hablar recién para esa franja etaria, y –todavía– habría que ignorar que existen tratamientos alternativos menos invasivos, amén de la Inmunidad del Rebaño.
No me voy a vacunar porque las contradicciones del discurso oficial sobre la supuesta inmunidad que producen las inyecciones son incontables: primero dijeron que los vacunados no contagian, ahora sabemos que contagian. Después dijeron que los vacunados no tenían un cuadro grave, ahora sabemos que sí pueden sufrir un cuadro grave. Dijeron que los vacunados no tendrían que ir al hospital, y ahora vemos los hospitales llenos de vacunados. Dijeron que con 2 dosis estábamos completamente inmunizados, y nos enteramos ahora que los que tienen 2 dosis pueden enfermarse y hasta morir.
No me voy a inyectar la vacuna porque, ante todo, no es propiamente una “vacuna” sino una terapia experimental, cosa que fue reconocida hace pocos días por el Hospital Alemán. Parece que corrió la voz, las autoridades del Hospital se atemorizaron y dieron marcha atrás, retirando esa verdad que a la pasada decían. Pero mucha gente llegó a leer que el propio Hospital calificó a “la vacuna contra el covid” como un experimento.
No me voy a poner la pseudo vacuna porque no soy un objeto, no soy una cosa que se puede tirar, no soy descartable, ni yo ni mi esposa ni mis hijos, y voy a trabajar muy duro todo lo que pueda para que estas razones lleguen a todos.
No me voy a vacunar, si me permiten la palabra, porque las investigaciones en torno a las anteriores vacunas han supuesto históricamente no menos de 8, 10, 15 o incluso 20 años para su producción. Las “vacunas contra el COVID” se hicieron en meses.
No me voy a vacunar porque el propio Bill Gates reconoció en el 2015 que las “nuevas vacunas” van a incidir en el decrecimiento poblacional, y esto sólo puede significar que estas inyecciones o bien producen la muerte o bien la esterilidad, la infecundidad o incluso la impotencia sexual.
No me voy a vacunar porque hay muchos testimonios (nacionales e internacionales) de cómo los vacunados experimentan todo tipo de dolores e incluso la muerte, y porque la hipótesis de que “las vacunas contra el covid” sean la causa de estos males no ha sido despejada por nadie. Ya existe normativa (en la Argentina, por ejemplo) que reconoce que puede haber nexo causal entre las vacunas y la muerte de una persona, y que incluso indemniza a la familia si se prueba aquel nexo.
No me voy a vacunar porque se ha prohibido en el mundo científico un debate abierto, honesto y franco sobre la necesidad y eficacia de las vacunas: a los profesionales que hacen demasiadas preguntas no los dejan debatir, restringen las discusiones al respecto, tanto en la esfera académica como en la mediática: se impone el relato de los medios de comunicación sin revisión por pares, sin debate científico a fondo.
No me voy a vacunar porque me doy cuenta que el objetivo de los políticos que llevan adelante las campañas de vacunación no es que la población viva mejor sino que la población obedezca sus órdenes y actúe en base a la hostilidad y el miedo: imponen la vacunación a sangre y fuego, presionando a la gente en su trabajo, amenazándolos con despedirlos, y luego cubriéndose las espaldas respecto a posibles demandas judiciales diciendo que la vacuna “no es obligatoria”. Este perverso zig-zag es la nota distintiva de las mentes brillantes y enfermas: sé reconocer los efectos de una inteligencia poderosa, y aquí evidentemente por un lado se acosa a la población mientras que por otro se mantiene la formalidad de que “no se obliga a nadie” porque la campaña de vacunación “es optativa”. Este doble estándar tan repudiable nos habla del psicópata que está del otro lado, craneando 24 horas al día cómo instrumentar y diagramar (hasta en sus detalles más específicos) nuestra esclavitud.
Con todos estos datos probados, creo que no necesito más razones. Cuando tuve todas las piezas del puzzle, brotó como un rayo la conclusión: lo único decente en estos tiempos es militar la Vieja Normalidad, porque no se puede respirar en un mundo lleno de mentiras.
Excelente!!!!cada día somos más💪🙏
EXCELENTE!!! COMPARTO TOTALMENTE LA POSTURA.
Pusiste en palabras todas mis convicciones!!!! 🙌🏻🙌🏻🙌🏻💪🏼💪🏼💪🏼💪🏼 Espero que más y más se den cuenta de todo esto!!!! Que analicen, reflexionen, y no actúen como “complacientes del gobierno” creyéndoles ahora todo, cuando siempre nos mintieron.
Ah y le faltó decir: a dónde está ahora “Mi cuerpo mi decisión” cuando a otras mujeres las dejaron elegir no sólo sobre su cuerpo, sino sobre la vida de indefensos bebés por nacer, que nunca pudieron ver la luz de la vida. Ahora coaccionan!!!! Pero DIGAMOS TODOS MI CUERPO, MI SALUD, MI DECISIÓN Y MI ELECCIÓN y también sobre la Salud y vida de nuestros niños hasta que sean mayores de edad!!!
TODOS SOMOS UNO. LA UNIÓN HACE LA FUERZA 🤝🏻
Excelente, Juan Carlos. Gracias por su escrito y su ejemplar valentía.
¡¡¡Excelente análisis de una persona que no perdió el sentido común y que se informa ( no por la tele)!! A abrir lo ojos…
Diablo significa division. Todo lo mediatizado apunta a dividirnos. No hay nada más temible que un pueblo unido. Dios es , todo lo contrario, es el bien y la unidad. La común unión. El mundo es enemigo de Dios . Nosotros los verdaderos catolicos, los que buscamos la verdad, ya encontramos a Cristo. Trabajemos la fidelidad y la confianza en El. Que el mundo no nos arranque de Su camino. Elevemos por encima de este basural. Dios nos creó y el llamará a cada uno . La parte humana tan temible para muchos es de que forma dejaremos este mundo. Y yo pregunto? Y wue importa, si nos da un infarto, covid o nos desnatados en una caída? Muerte es muerte no? Pues adelante! Hágase Señor tu voluntad. El cielo es mi deseo, volver a ti de donde salí.
Excelente!!!
Muy bien 👏👏👏
Excelente ! Gracias !!pones las palabras que muchos pensamos y queremos decir !
Gracias ! Dios con nosotros!!
Jajjajajaa, por favor cuanta contradiccion en esta nota. El autor refiere inmunidad de ‘rebaño’ para una enfermedad segun el inventada para eliminar libertades e ‘identificar facilmente quien usa el barbijo’ como esclavo y como parte de alguna extraña conspiracion ‘global’.
Como piensa adquirir inmunidad de rebaño para algo que segun el ‘no existe’?
Hermoso tambien que dice que las estadisticas mienten, pero segun el hay ‘testigos’ de gente vacunada que tiene todo tipo de problemas y consecuencias. O sea para algunas cosas de esta nota hay estadisticas (intencionalmente manipuladas) de las cuales descree, pero para los ‘afectados’ por la vacunacion, le alcanza decir que hay ‘testigos’.
Y hermosa la referencia a Bill Gates que es un experto en tecnologia, no en salud.
1- Primero que nada, no entiendo la risa.
2- Nunca se dijo que el COVID-19 no existe. Eso lo dices tú, y pretendes atribuirlo al autor de la nota. Pero no el autor de la nota no lo ha dicho.
3- Detalles de redacción: las personas son las que mienten, las estadísticas son instrumentos, por ende propiamente no “mienten”; sólo pueden ser instrumentos correctos o incorrectos.
4- En cuanto al segundo argumento (realmente vale la pena contestarlo), se puede descreer de unos y creer en otros porque esas estadísticas no provienen de la misma fuente. La contabilidad de muertos por covid la lleva a cabo la Universidad John Hopkins. La contabilidad de muertos por la vacuna covid la llevan a cabo los Ministerios de Salud de la Nación de cada país.
Estimado amigo: Me ha encantado leer tu nota y cada línea la sentí propia y real, desde marzo 2020 no he sentido una reflexión sobre el tema y más sobre todo lo que se hizo, gracias por escribir tan buenas palabras y por compartirlas con tantos que venimos sospechando tantas cosas en el aire. Excelente nota y felicitaciones!!!!
Felicitaciones por su excelente artículo, tan necesario en estos tiempos de pasividad y de indiferencia generalizada. El nivel de engaño, de manipulación mental y de atropello a nuestros derechos y libertades fundamentales al que asistimos, bajo un hipócrita y falaz pretexto “sanitario”, es absolutamente colosal. El silencio dominante entre el clero y los intelectuales católicos al respecto es estruendoso y terriblemente decepcionante, la mayoría de ellos pareciera no poder o no querer comprender lo que está en juego desde hace ya casi dos años, es como si una suerte de ceguera espiritual se hubiese abatido sobre ellos . Ya va siendo hora de que la gente salga de su letargo y empiece a abrir los ojos ante lo que está pasando. He publicado su valioso testimonio aquí: https://gloria.tv/post/L9NkS9RSb9Nh2iZKz1JkX6auh
Muchas gracias Alejandro por tu apoyo.
Espero pronto poder contar con tu libro sobre el tema de la Pandemia.
Abrazo,
Lic. Juan Carlos Monedero
De nada, Juan Carlos, con mucho gusto. Además, considero que es un deber apoyar a quienes participan con valor y determinación en este combate titánico contra las fuerzas del mal y de la mentira, y que se atreven a dar público testimonio de la verdad, con los riesgos de estigmatización social y de represalias de todo tipo que se han implementado contra quienes dicen NO a la grotesca farsa sanitaria en curso. En estos dos años de locura, he perdido a casi todos mis amigos y la mayor parte de mi familia no quiere verme por no estar “vacunado”. La situación es totalmente demencial. Con respecto a la publicación, si llegara a tener novedades favorables, te avisaría. Y si estuvieras de acuerdo, incluiría tu artículo en anexo. Un abrazo en Cristo y María.
Enhorabuena profesor JC Monedero.
Muchas gracias por tan valiente testimonio. Debo advertir si, que el fenómeno que se nos presenta, y que se ha venido a llamar pandemia, posee 3 grandes fuentes de las que se alimenta.
Una de las cuales la gente (y un periodismo muy valiente y acertado) ha venido a llamar Plandemia.
Esta composicion de palabras, nos delata aquella fuente que es de orden intencional en esta triada. Esto es, intencional, en cuanto que encierra un proyecto de otros.
Sin embargo, no es la única fuente. Otras dos son , de orden humano emergente y finalmente microbiológico.
Todo aquel que se quede en el orden intencional puede estar “reduciendo” el fenomeno a una sola parte.
Gracias, atento para el desarrollo de las ideas.
Muchas gracias por su comentario.
¿Le gustaría desarrollar estas dos fuentes que un buen análisis, a su juicio, no debe descuidar?
Saludos cordiales.
Lic. Juan Carlos Monedero