No podemos dejar pasar el audio filtrado de una importante pieza del garantismo, Roberto Cipriano García, secretario de la Comisión Provincial por la Memoria, prov. de Buenos Aires. Se le escapó. No quería que se supiera. Pero se supo, y lo que se supo fue revelador.
Primer dardo: el objetivo es “trabajar por la liberación de la mayor cantidad de personas detenidas posibles”.Empezó así, directo, implacable. No importa que hayan sido detenidos justa o injustamente. Si Zaffaroni dice que los castigos son violaciones a los derechos humanos de los delincuentes, la premisa es que todo castigo –a priori, a posteriori y a fortiori– es malo, y que por eso hay que aprovechar cualquier oportunidad (por ejemplo, la cuarentena) para liberar detenidos.
Segundo dardo: presentan todos los días entre 120 y 150 pedidos de morigeraciones, es decir, atenuaciones.
Imagínese, lector. Todos los días 120 pedidos, todos los días, es una presión sostenida. Presentaron también escritos en casación. Reclaman para los detenidos la habilitación de los celulares: una medida que si bien este hombre considera “menor”, en el contexto evidentemente significa borronear los límites entre el detenido y el hombre libre de condena.Que es a donde ellos apuntan: disipar las diferencias entre el inocente y el culpable, entre el que cumple la ley y el que la quebranta, entre lo bueno y lo malo.
Tercer dardo: este proceso “no es fácil” porque –sic– tenemos un poder judicial “muy conservador”. Como dotado de un poder de narración asombroso y perverso, Roberto Cipriano García pinta la justicia de las medidas reduciéndolas a una disputa de “conservadores”: donde nosotros vemos una restricción de libertad, en orden al bien común, paralizando los movimientos de quien ha hecho daño a otra persona, este hombre ve a un juez “conservador” que se niega a dar el brazo a torcer por el sólo motivo de que “siempre se ha hecho así”.
Este es el veneno que meten en la cabeza de nuestros hijos, en la inmensa mayoría de las cátedras de Derecho Penal de las facultades estatales. Y en algunas privadas. No es otra cosa que el derecho penal al servicio de su ideología derecho-humanista. Y por supuesto de sus bolsillos.
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